El campo
de olvidos
se abre y se cierra
como un abanico.
Sobre el olivar
hay un cielo hundido
y una lluvia oscura
de luceros fríos.
Tiemblan junco y penumbra
a la orilla del río.
Se riza el aire gris.
Los olivos
están cargados
de gritos.
Una bandadade pájaros cautivos,
que mueven sus larguísimascolas
en lo sombrío.
Federico Garcia Lorca
jueves, 14 de febrero de 2008
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